Reverentia Consultora

DIVERSIDAD EN EMPRESAS

Rueda de la diversidad

Cada uno de nuestros clientes aporta algo único a nuestra cultura colectiva: diversidad de experiencias, identidades de género, etnia, edad, capacidad y más. La diversidad no es algo que marcamos en una lista de verificación; es algo que valoramos, celebramos y por lo que trabajamos continuamente.

En la actualidad todos reconocemos la bandera del arcobaleno y festejamos el día y el mes de La Diversidad pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de diversidad? Su definición para el uso común tiene dos acepciones: por un lado diferencia, variedad y  desemejanza, y por el otro, abundancia y gran cantidad de  cosas distintas. Desde las Ciencias Sociales no hay unanimidad a la hora de definir la diversidad, si bien se identifican perspectivas, prácticas y políticas de diversidad y “diversidad cultural”.

Se considera que los “discursos de diversidad” son una nueva “meta-narrativa” para el entendimiento del espacio público, tanto la multiplicidad como la amplitud del término han redundado en su rápida difusión, popularidad y fuerza. Los “discursos de diversidad” han comenzado a naturalizarse y a formar parte del código de lo que se conoce vulgarmente como “sentido común”. Cualquiera sea el significado de diversidad, un proyecto o iniciativa social, un imperativo moral que interpela tanto al reconocimiento como a la aceptación de las diferencias, el concepto y sus discursos e inciativas se desarrollan en la lucha contra la discriminación y la aceptación positiva, convirtiéndoles en un emblema de apertura y equidad, y revistiéndose, muchas veces, de categoría ética y moral (Cooper 2004, Fais 2009, Lentin y Tytley 2008, Lee 2003, Bell y Hartmann 2007, Modan´s 2008, Vertovec 2012 y Kleiner 2005). 

Pero, ¿cuáles son las diferencias a las que nos referimos cuando trabajamos y hablamos de diversidad? Algunos académicos que abordan la gestión de la diversidad distinguen dos grandes dimensiones: por un lado, las diferencias “innatas o inmutables” tales como edad o etnia, por el otro, las diferencias “cambiantes” tales como educación o experiencia laboral (Lituin 1997, Lorbiecki y Jack 2000); otros, por su parte, distinguen un conjunto mucho más amplio que las diferencias fijas o cambiantes como categorías de la diferencia. No obstante, hay una gran aceptación de que a la hora de hablar de diversidad invocamos, reconocemos, comprendemos y respetamos un corpus que implica alguna o algunas de las siguientes categorías: género, etnia, cultura, clase social, creencias religiosas, orientaciones sexuales, capacidades mentales, físicas y psicológicas, nacionalidad, perspectivas, percepciones, historia y experiencia, edad, nivel educativo, perspectivas personales, y opiniones, entre otras.

Como dijimos previamente, la multiplicidad y la plasticidad del término permitió que en la actualidad se le reconozca mayor complejidad, ya que incluye no solo conocer y reconocer a partir de la identidad y las dimensiones de la diferencia individual sino reconocer la convergencia y la interseccionalidad. En otras palabras, la mirada parte de la premisa de que las distinciones se constituyen en contextos específicos a través de ejes de diferencias múltiples e interpenetrados múltiples maneras (Jacobs y Fincher 1998). Dependiendo de la perspectiva filosófica nos encontramos con distintas acepciones y prácticas de diversidad como de reconocimiento, redistribución, promoción, accesibilidad como de representación y organización. Estas facetas del concepto (Vertovec 2012) pueden darse de manera individual o en conjunto en referencia a las prácticas de diversidad y “diversidad cultural”. 

Para finalizar, es importante destacar que el término diversidad, con su conjunto de discursos, políticas y prácticas, permite generar conciencia de la complejidad social y a su vez, si bien muchas veces no sabemos definirla y esta ambigüedad es el foco de muchas críticas, todos estamos de acuerdo que la diversidad es positiva y permite pensar otras posibilidades de diversidad, así como también permite pensarnos a nosotros mismos (Lee 2003, Lentin y Titley 2008).

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La diversidad permite generar conciencia de la complejidad social, así como también permite pensarnos a nosotros mismos.

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